Llega un momento en la vida en el que por circunstancias quizá tengamos que asumir el rol de cuidador de nuestros mayores, bien porque ha irrumpido una enfermedad que hace que ellos necesiten de nuestra atención, o bien porque el propio envejecimiento lleva asociada una pérdida progresiva de su autonomía y necesitan ayuda para las actividades de la vida cotidiana.