mayorMente. El cuidado del cuidador

Hace tiempo hablamos sobre el cambio de rol que supone tener que cuidar a un familiar. Hablábamos sobre cómo cambia nuestra situación al tener que desempeñar tareas de acompañamiento, supervisión, y cuidado con alguno de nuestros familiares, y las posibles consecuencias emocionales que eso conlleva.

Cuando adquirimos este rol, tenemos que hacer un esfuerzo añadido en nuestro día a día, ya que en la mayoría de los casos cambia nuestra rutina, al tener que asumir tareas y responsabilidades con las que antes no contábamos. 

Ser cuidador es algo que seguramente hagamos con la mejor intención, ya que lo haremos por una persona cercana a la que queremos. Pero debemos tener en cuenta que ese esfuerzo puede llegar a desgastarnos, y a olvidar de cuidarnos a nosotros mismos. Pondremos en un primer plano a la persona a la que debemos prestar atención, e invertiremos más tiempo en esta nueva responsabilidad, dejando nuestro cuidado en un segundo plano.

En muchos casos, al disponer de menos tiempo, nos veremos saturados por otros asuntos, sentiremos que aumenta nuestra sensación de estrés y pudiendo llegar a desarrollar cuadros de estrés generalizado o ansiedad, pudiendo afectar al descanso, a nuestro estado de ánimo, a nuestro humor, y a las relaciones con otras personas. Por ello, es recomendable tener en cuenta algunos aspectos:

  • Apoyarnos en otras personas de nuestro entorno con las que podamos compartir la responsabilidad de ser cuidador, siempre que sea posible. En muchos casos la responsabilidad acaba siendo asumida en mayor medida por una sola persona.
  • Sacar tiempo para actividades que permitan trabajar el autocuidado, entendiendo por ello aquellas de las que disfrutamos, y que nos ayudan a mantener un buen estado de salud física y mental.
  • Reforzar nuestras redes de apoyo social, para poder establecer y mantener vínculos con personas del entorno. Está demostrado que aumentar y cultivas los vínculos sociales nos ayuda a sentirnos apoyados en momentos difíciles.
  • Pedir información sobre recursos o servicios para ofrecer un mejor cuidado a nuestro familiar, y saber si disponemos de alguna ayuda para cubrir parte del gasto destinado a las necesidades de la persona.

Pese a todo ello, es importante tener en cuenta que habrá momentos complicados, por lo que aceptar la realidad de la nueva situación también nos ayudará a afrontar mejor las demandas que nos exija el nuevo rol.

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