mayorMente. El sueño en las personas mayores

mayorMente. El sueño en las personas mayores

Conforme se van cumpliendo años es relativamente frecuente que aparezcan problemas relacionados con el sueño. La calidad y la duración del mismo están directamente relacionadas con la edad, de manera que no es de extrañar que surjan alteraciones. Es habitual por tanto que nuestros mayores presenten situaciones como las siguientes: somnolencia y cansancio precoz (se adormecen por la tarde temprano), se despiertan demasiado pronto, se desvelan a mitad de la noche y no se vuelven a dormir, tienen dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo, entre otros. 

El sueño está formado por varias fases. Estas fases se van acortando con la edad, sobre todo las correspondientes al sueño más profundo, por lo que el sueño se vuelve mucho más ligero. También el tiempo total puede reducirse y también pueden aumentar el número de despertares nocturnos. Para que el sueño sea reparador debería oscilar entre las 7-8 horas diarias.

El sueño puede verse alterado por diferentes motivos: ingesta de algunos medicamentos, sedentarismo, dolor, enfermedades, tipo de alimentos y cantidad de líquidos ingeridos previamente a acostarse, etc.

Aunque cada caso concreto requiere de una valoración individualizada, en muchos casos nos encontramos con una falta importante en lo que llamamos higiene del sueño. Dormir demasiadas horas durante el día, malos hábitos previos al sueño, medicación errónea, etc, son condicionantes habituales del sueño deficitario.

Con el objetivo de mejorar la calidad y la cantidad del descanso, en ocasiones es necesario modificar conductas previas al acostarse o incluso en el entorno en el que se duerme. Por ejemplo, es conveniente evitar actividades que generen activación o tensión, ruidos, luces, controlar la temperatura de la habitación por si no fuera la adecuada, ir al baño previamente, etc. De forma general, es aconsejable seguir las siguientes recomendaciones: dormir en un ambiente únicamente destinado para ello (utilizar la habitación solo para las horas de sueño), que la temperatura ambiental sea agradable, eliminar excesos de estimulación ambiental (demasiada luz, ruidos, etc), establecer rutinas de sueño (tratar de acostarse siempre a la misma hora, realizando las mismas tareas previas diariamente, etc), disminuir el consumo excesivo de líquidos en las horas previas, no ingerir bebidas estimulantes (café, refrescos, alcohol, etc.), reducir el uso de pantallas (televisión, teléfono móvil), no hacer cenas especialmente copiosas, etc.

 

Las repercusiones que estas alteraciones en el sueño tienen en las personas mayores son variadas, desde aumentar el riesgo de caídas, hasta generar alteraciones en el estado de ánimo o incluso a nivel cognitivo. Es recomendable que cuando aparezcan estas alteraciones se consulten con el profesional médico de referencia, para que haga una valoración de la situación y establezca el plan de tratamiento que más se ajuste al caso concreto.

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