mayorMente. La pseudodemencia depresiva

mayorMente. La pseudodemencia depresiva

La pseudodemencia depresiva es un diagnóstico que, aún no sabiendo que se llama así, es relativamente conocido para las familias con las que es habitual tratar en un centro de día para personas mayores.

A priori, el concepto genera confusión. ¿Se trata de una depresión o de una demencia? En algunos casos nos encontramos con familias que se ponen en contacto con el centro y nos comentan que a su familiar le fue diagnosticada una depresión pero que finalmente acabó resultando demencia, y lo hacen con cierta desazón al pensar que pudo haber sido un diagnóstico erróneo que provocó un retraso en el tratamiento de la enfermedad real. ¿Qué puede haber de cierto en un caso como ese? ¿Es posible que ambos trastornos se confundan?

La pseudodemencia depresiva no es en realidad una demencia, sino que se trata de un conjunto de síntomas que provocan un funcionamiento deficitario de las funciones cognitivas, y que va parejo a un trastorno psicológico o psiquiátrico, siendo en el 75% de los casos a una depresión.

Cuando la pseudodemencia depresiva se produce en mayores de 60 años hace saltar las alarmas de una posible demencia, puesto que los síntomas iniciales generan un rendimiento deficitario bastante similar, solapándose los síntomas y no favoreciendo un diagnóstico correcto. Esto lógicamente da lugar a confusión.

¿Qué es lo que clínicamente se realiza al respecto? Normalmente en fases incipientes de una demencia no se observan datos significativos en pruebas de neuroimagen que sean determinantes para el diagnóstico. También hay que tener en cuenta que la propia depresión como tal también está ligada por sí misma a la demencia, por lo que normalmente los profesionales médicos de referencia optan por tratar la posible depresión, y observar los resultados. En ocasiones, ésta mejora con la intervención, en otras se acaba desarrollando la demencia subyacente.

En conclusión, son frecuentes los casos en los que depresión y demencia se confunden en la población mayor. Ambas generan un deterioro en el rendimiento general de la persona que las padece, mermando las funciones cognitivas y el estado de ánimo. Además, no necesariamente son diagnósticos que se hayan de diferenciar, sino que puede haber depresión con síntomas de demencia, y puede haber demencia con síntomas de depresión. Lo que sí es diferencial es que la depresión tiene tratamiento para que remita, y la demencia es una enfermedad irreversible.

 

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