El próximo 22 de julio se conmemora el Día Mundial del Cerebro, proclamado por la Federación Mundial de Neurología con el fin de concienciar a la población mundial sobre su potencial, así como sobre sus riesgos y enfermedades.
En la actualidad se estima que un 13% de las enfermedades mundiales están vinculadas con enfermedades neurológicas y mentales. Desde accidentes cerebrovasculares (Ictus), enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson, Esclerosis múltiple, etc.), enfermedades infecciosas (meningitis, encefalitis, etc.), migrañas y cefaleas, malformaciones, tumores, enfermedades congénitas del desarrollo neurológico, hasta los trastornos mentales.
Todas estas enfermedades suponen una afectación más o menos significativa del funcionamiento cognitivo y/o motor de las personas que las sufren. Con la edad aumenta la probabilidad de desarrollar ciertas enfermedades cerebrales, pero también otros factores de riesgo pueden ser los estilos de vida poco saludables, el sedentarismo, una mala alimentación, el consumo de sustancias tóxicas, la falta de actividad mental, el aislamiento social, el estrés, etc.
En la parte que nos toca de cerca, las patologías cerebrales con las que más comúnmente convivimos en un centro de día son los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades neurodegenerativas y los trastornos mentales. Adultos mayores, con cierto grado de dependencia en las actividades básicas de la vida diaria, con problemas de tipo cognitivo y físico derivados de un ictus, o con un deterioro cognitivo propio de una demencia, con afectación funcional y la consiguiente necesidad de ayuda para deambular o levantarse, con trastornos del estado de ánimo subyacentes, son los perfiles más frecuentes con los que nos encontramos en nuestro ámbito.
Concienciar sobre la importancia de mantener una buena salud cerebral pasa por otorgarle al cerebro el rol que le corresponde, nutriendo su funcionalidad mediante la actividad mental y física, algo que diariamente se lleva a cabo en Sonraíz. Actividades de tipo cognitivo, a través de ejercicios de psicoestimulación, juegos, pasatiempos, lectura de prensa, talleres grupales, etc.; y actividades de tipo físico, con un programa individualizado de ejercicios en el gimnasio pautado por nuestro fisioterapeuta. Todo esto a la vez que se trabaja el estado de ánimo y las emociones de nuestros usuarios mediante las actividades que se realizan, que buscan siempre potenciar su autoestima y bienestar personal.
En definitiva, cuidar el cerebro es cuidar la salud en el más amplio sentido de la palabra. Hacer aquello que está en nuestra mano para potenciar su bienestar siempre nos traerá consecuencias positivas. Concienciarnos de que la salud mental y cognitiva es parte de nuestra salud integral, es la clave para un buen desarrollo cerebral.