Comer algo dulce es, para muchas personas, uno de los mayores placeres de la vida. Pero también somos conscientes que desayunar un bollo, tomar galletas o alimentos procesados de manera habitual no es saludable. ¿Y este consumo en personas mayores? Un estudio científico publicado en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, en el que ha colaborado el investigador de la Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y Desarrollo (Araid) del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, Martín Laclaustra, asegura que los mayores que más azúcar consumen tienen mayor riesgo de fragilidad.

Procesados, azúcares añadidos y fragilidad

El síndrome de fragilidad, habitualmente asociado a la edad, es una condición que resulta de la pérdida de reserva funcional y que tiene entre sus fundamentos fisiopatológicos la insuficiente masa muscular. Dicho en otras palabras, las personas que lo padecen sufren más caídas y estas les pueden llevar a la discapacidad, hospitalizaciones, pérdida de autonomía o incluso muerte prematura.

Es un síndrome que podemos y debemos evitar, y que puede evitarse su incidencia a través de ejercicios concretos para aumentar la masa muscular, una buena alimentación y una vida activa.

Un estilo de vida saludable es clave para prevenirlo o incluso revertir la fragilidad

Evitar la fragilidad es simple. Los hábitos de vida saludable, tales como comer de manera adecuada, realizar actividad física de manera habitual o reducir el consumo de medicamentos nos va a facilitar no solo no padecerlo, sino también revertirlo.