Muchos viven esperando el momento de la jubilación para al fin poder descansar. Pero algunas personas cuando llega esa fecha, se sienten frustrados por no saber qué hacer con su tiempo y de afrontar la última fase de la vida. Después de una media de 4 décadas de vida laboral, entramos en una nueva fase totalmente distinta y en la que tenemos tiempo para hacer lo que nos apetezca. Pero hay que mirar adelante y pensar que la nueva etapa puede ser una fuente de satisfacción si se afronta de la manera adecuada.

Cada vez más tiempo de jubilación

La esperanza de vida en España ronda los 90 años. Esto supone que muchos llegan a disfrutar de unos 25 años de jubilación. Cumplir 65 años no ha de ser un trauma ni ser vivido como un proceso negativo, sino como un cambio positivo para el que hemos de prepararnos.

Entre la ilusión y la depresión

Lo importante es tomar conciencia de lo positivo de esta nueva etapa y disfrutar de cada momento. Pensar que podemos aprovechar el tiempo para desarrollar aficiones, para viajar, para leer o quizás para escribir. Teniendo asegurada la pensión y pensando que nos queda mucho por vivir, la jubilación se presenta como una oportunidad. Muchos la reciben con ilusión, pero también hay casos en los que provoca una cierta depresión probablemente por sentir que se hallan ante una pizarra en blanco y sin ningún plan. Por eso es esencial ir mentalizándose con el máximo tiempo posible.

El doctor Bartolomé Freire, en su libro “La jubilación, una oportunidad” (del que puedes conseguir más información aquí), describe cinco perfiles diferentes: 

• Los atareados. Gente que sigue con su trabajo o buscan una tarea que se convierta en el nuevo centro de su existencia. Por lo general, personas que disfrutaban de su trabajo.
• Los disfrutadores. Son las personas que tienen claro que la jubilación va a ser un momento para disfrutar, pero sin comprometerse con nada. Según señala el autor muchos de ellos son mujeres que por fin pueden dedicarse tiempo a ellas mismas después de haber estado cuidando de la familia. 
• Los sosegados. No quieren problemas ni estrés. Valoran la tranquilidad.
• Los exploradores. Están seguros que su jubilación será un punto de inflexión para dar un cambio a su vida.
• Los desenfocados. Ellos no han planificado nada y van perdidos. No están satisfechos con esta situación.