Hasta mitad del siglo pasado se definía la salud como “ausencia de enfermedad”. Sin embargo, a partir de 1946, la Organización Mundial de la Salud comienza a hablar de salud como el “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Con este cambio, empezamos a interiorizar que no basta solo con no tener enfermedades, si no que es igualmente importante dedicar recursos y esfuerzos a alcanzar un nivel óptimo de bienestar. 

La idea se ha ido extendiendo también al campo de la salud mental. Hace unos años pensábamos que la enfermedad mental solo era cosa de unos pocos que se volvían “locos”. Acudir a terapia era algo por lo que avergonzarse, y solo se recurría a ello cuando no había más remedio.  

En cambio, hoy día somos cada vez más conscientes de que nadie está libre de padecer un trastorno mental. Por eso se ha convertido en un tema muy presente en el contexto sanitario, los medios de comunicación, incluso nuestras conversaciones cotidianas. Con ello, las personas estamos cada vez más interesadas en poder adquirir un estilo de vida que favorezca en la mayor medida posible nuestra salud mental.   

Buenos hábitos de salud mental 

Existen algunos hábitos que podemos tener en cuenta en nuestro día a día para favorecer nuestra salud mental. Poder dedicar tiempo a este tipo de actividades no siempre es fácil, pero es importante que cada cual se comprometa con su propio bienestar. Algunos ejemplos son:

• Dedicar tiempo a actividades de ocio 
• Mantener relaciones sociales de calidad 
• Proponerse metas u objetivos 
• Prestar atención a las emociones
• Realizar algún tipo de actividad física 
• Practicar relajación o meditación 
• Descansar correctamente
• Cuidar de la alimentación 

La salud mental en los mayores 

La preocupación por mejorar la salud mental de los mayores también ha crecido en los últimos tiempos. Es cierto que el paso de los años va haciendo más probable la aparición de algunas complicaciones psicológicas, como la demencia, la depresión o los trastornos de ansiedad. Este tipo de dificultades requieren ser completamente atendidas cuando aparecen en el mayor. Pero, además, es igualmente imprescindible asegurar el mayor bienestar posible en aquellas personas que no sufren una patología concreta. Por eso, este tipo de necesidades han de ser puestas en primer plano, favoreciendo en los mayores un estilo de vida que asegure su salud mental.