mayorMente. Cómo afrontar la jubilación

mayorMente. Cómo afrontar la jubilación

La jubilación supone un cambio vital en el que el cambio de roles se hace presente de forma inevitable. El abandono del rol profesional implica asumir la aparición de nuevos roles o la nueva distribución de los roles previos. El rol de padre/madre, abuelo/abuela, esposo/esposa, entre otros posibles, que quizá siempre hayan estado ahí, pero se hayan ejercido en el tiempo con una organización diferente en cuanto al desempeño que ahora pasan a tener.

La jubilación requiere de una adaptación progresiva, en la que es natural que la persona pase por diferentes fases, cada una dotada con sus propios pensamientos, emociones e incluso comportamientos.

En líneas generales es habitual que al principio la persona que se jubila se encuentre feliz, satisfecha, con altas expectativas respecto a su tiempo libre y con cierta variedad de propósitos y planes. Conforme las semanas van pasando puede suceder que la persona tome conciencia de que su nueva situación “ha llegado para quedarse”, y que no trabajar será la dinámica a partir de ahora. También que probablemente parte de las expectativas y planes que al principio se planteaban no son del todo alcanzables. Es posible que entonces aparezcan síntomas ansiosos o depresivos que dificulten el proceso de adaptación. Una vez que la persona va adquiriendo su nueva rutina y se asumen unas expectativas más acordes a sus posibilidades, se alcanza una estabilidad a nivel emocional que favorece una mayor aceptación de la nueva situación vital.

A grandes rasgos se recomienda llevar a cabo algunas medidas para favorecer este proceso de adaptación:

  • Ir adquiriendo nuevos hábitos previamente al momento de jubilarse y no necesariamente esperar al día en el que la jubilación llegue (por ejemplo, apuntarse a alguna actividad de ocio semanal a la que ir dedicándole progresivamente más tiempo).

  • No necesariamente ha de abandonarse por completo la actividad relacionada con lo laboral. Por ejemplo, si la profesión desempeñada hasta entonces estaba relacionada con el ámbito sanitario, poder seguir vinculado a esa actividad mediante lecturas, charlas o actividades relacionadas, aunque ya desde el prisma del ocio y del entretenimiento.

  • Aprovechar el periodo de tránsito también para poder comenzar a realizar aquellas actividades que por falta de tiempo no se realizaban (por ejemplo, ir al cine, al teatro, a clases de baile, etc.).

 

Pero quizá lo más importante de todo sea trabajar el propio nivel de autoexigencia. Tras una vida dedicada al trabajo, con una rutina y una actividad muy instaurada en el tiempo, es comprensible que la persona se encuentre en un bucle de pensamientos y emociones difíciles de gestionar. Estamos ante uno de los cambios vitales más significativos para las personas. La adaptación a la nueva forma de vida llevará un tiempo. Tiempo que ha de permitirse. La jubilación se puede interpretar como un proceso de duelo, en el que la persona que lo atraviesa ha de aprender a vivir afrontando la falta de su rol profesional para vivir asumiendo roles nuevos.

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