mayorMente. La negación como mecanismo de defensa

mayorMente. La negación como mecanismo de defensa

La negación es una reacción emocional en la que la persona se niega a ver la realidad de los hechos, a comprender la situación para tomar las decisiones o medidas necesarias, y a reconocer lo que a su alrededor sucede. Es ignorar lo que está pasando para pretender seguir con su vida con normalidad. Esa falta de acción es como si fuera un bloqueo, como si de un mecanismo de defensa se tratara, que impide ver la realidad de la situación para “protegerse” del dolor.

¿Qué repercusiones puede tener esto en el ámbito de la tercera edad? El envejecimiento trae consigo una serie de cambios en el estado físico, cognitivo y emocional de las personas, así como las consecuencias que estos cambios acarrean en las personas cercanas. El paso del tiempo que supone la edad, o la presencia de enfermedades, hacen que nuestro familiar sufra un deterioro al que hay que hacer frente, lo cual requiere una toma de decisiones para abordar la situación sobrevenida. Pues bien, el mecanismo de defensa del que antes hablábamos, propio de la negación citada, se activa, y nos impide en ocasiones ver la realidad o la magnitud de la situación. Es la lucha entre ser capaz de ver lo que nuestro familiar necesita y el deseo de que continúe siendo independiente o autónomo tal y como venía siéndolo hasta entonces.

¿Por qué se produce esto? En algún momento del proceso de deterioro de nuestro familiar hemos iniciado el duelo psicológico, que no es otra cosa que el proceso de adaptación a una nueva realidad, que no necesariamente se produce tras su pérdida vital, sino que puede iniciarse a medida que nuestro familiar va dejando de ser el que era. Nuestro familiar va cambiando, a consecuencia de su deterioro, y esto implica que tengamos que ir asumiendo y aceptando que sus capacidades disminuirán y sus necesidades serán mayores. Lo cual sin duda no es nada sencillo. En todo duelo existe la fase de negación, más o menos acusada, más o menos prolongada, por lo que no es de extrañar que se ignore o no se le dé la relevancia que requiere a ciertos aspectos como síntomas o conductas que son claramente patológicas vistas desde un punto de vista objetivo, y que no dejan de ser indicios de la existencia de un problema y de una necesidad que requiere ser abordada.

Como en todo duelo, no necesariamente todas las personas viven las mismas situaciones de la misma forma, sino que cada individuo, cada mente, puede hacer frente a estas situaciones de formas diferentes. Lo importante en todo caso será disponer de herramientas adecuadas de gestión emocional y de una sólida red de apoyo tanto familiar como social, para favorecer un mejor devenir de las circunstancias que se plantean en cada caso.

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